Conozco a Pablo hace mucho tiempo, y no dudaron en que éramos nosotros los que teníamos que estar en su boda, y captar todos esos momentos, ya que como decía él, «no lo va a hacer nadie con más cariño que vosotros».
Y así fue, estuvimos en una boda de esas que son especiales, por todo lo que acontece en ellas. Desde las lágrimas de Marta, su madre, al ver a su hijo en uno de los días más importantes de su vida, hasta el concierto que nos dió uno de los amigos de los novios en el baile, pasando por la cara de satisfacción y orgullo de la abuela de Angela al verla.
