Cuando Bea y Fran vinieron, se les veía tímidos, cosa que se les fue quitando poco a poco, eso si, se les veía tan ilusionados con su boda, que no se les borraba la sonrisa de la boca cuando me contaban lo que iban a hacer o tenían preparado, y la verdad, que estaba todo bajo control.
Cuando llegamos a casa de fran, estaba como de costumbre, serio, pero con esa sonrisilla nerviosa típica de esos momentos, sin embargo, Bea, eera todo lo contrario, alegria, risas, eso si, con sus momentos de nervios correspondientes, hasta que llegó el momento de entrar en la iglesia, donde todo se transformó en emoción, y alguna lagrimilla de Fran al ver a Bea.
En el aperitivo ya si que fue todo diferente, llegaba el momento de disfrutar con sus amigos, y familiares, y todo era risas, alegria y fiesta, mucha fiesta.
